Vistas de página en total

domingo, 5 de febrero de 2012

LO SUYO DEL CURA Y LA MONJA




















Postura 1: El hábito no hace al monje, ni a la monja, pero ayuda. Le ayuda a ellos y a nosotros, le ayuda al mundo que necesita hoy más que nunca tener presencias de Dios en él.

Postura 2: El hábito separa, aleja, crea clases, es antiestético , está pasado de moda…

Esta cuestión es insignificante del todo para unos y caballo de batalla y fuente de importantes disputas para otros…

Celebrábamos el pasado jueves el día de la vida consagrada en la Concatedral de Alicante , estaban representadas allí muchas de las familias religiosas que trabajan en aquella diócesis. Muchas monjas, algunas de las cuales participaron leyendo en la Misa.

De estas, ninguna usaba hábito. En la nave del templo muchas sí que lo llevaban.
Personalmente prefiero que las personas consagradas al Señor,( además de llevar una vida coherente con lo que son, entregándose por completo a los demás por Dios en la Iglesia) vistan como tales.

Creo que hoy más que nunca necesitamos ver curas y monjas en la calle. Personas que con su presencia nos recuerden a Dios, a la Iglesia, que nos hagan preguntarnos por sus vidas, por su entrega…

Hoy, que lo normal es vivir de brazos caídos, con la mirada puesta en el mismo ombligo, con el pensamiento puesto en el momento actual y con un futuro que no vas más allá de la tumba, hace falta gente que nos hagan pensar en que es posible vivir la vida de otra forma, que es posible vivir sembrando la esperanza de la vida eterna que Dios nos promete, siendo instrumentos de la Caridad de Dios, que es la plenitud de la Justicia.

Alguien puede decir con toda la razón que no es necesario llevar un hábito para vivir de esta manera: es cierto, pero vestir como lo que uno es, no sólo es una cuestión de obediencia a la Iglesia, sino una responsabilidad para uno mismo y para los otros.

Vestir como lo que se es, recuerda a uno mismo lo que es, recuerda cómo debe ser su comportamiento, le obliga a no entrar a determinados lugares… y sobre todo lo mantiene identificado todo el día.

Para muestra un botón: Puerto de Alicante, un sacerdote pasea tranquilamente cuando un joven se le acerca: “Padre, voy a suicidarme. Le he visto y… no sé si sería bueno confesarme, o hacer algún otro tipo de rito…” “pero hijo mío… ¿suicidarte por qué?”…

De esta manera comenzó una conversación que ha llevado a una relación asidua y que sobre todo evitó el suicidio del joven. No es un caso aislado: ha pasado muchas veces.

Si el sacerdote no hubiera ido “identificado”, seguramente este joven estaría hoy muerto. Dios actuó por medio de su sacerdote y salvó el alma de este joven.
Esta claro también que es mucho mas cómodo vestir de paisano. Uno se evita problemas, insultos, risas….

Me permito lo que dice el Directorio para el Ministerio y la Vida de los presbíteros: “El presbítero debe ser reconocible, sobre todo, por su comportamiento, pero también por un modo de vestir, que ponga de manifiesto de modo inmediatamente perceptible por todo fiel -más aún, por todo hombre- su identidad y su pertenencia a Dios y a la Iglesia“.

Pues eso…

5 comentarios:

  1. Pues chico, yo creo que está bien, por el simple hecho de que cuando ves a alguien con su uniforme de batalla, ya te hace pensar en Dios un momentito cuando vas por la calle.

    Además, así hacéis notar la presencia...que llegará un momento que ver una monja o un cura por la calle será como ver un negro o un chino hace 20 años, que parecía la peña viejas del visillo chismorreando y sorprendiéndose. Sin embargo ahora es lo más normal.

    Belmonte

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, totalmente de acuerdo, que siempre es un testimonio en este mundo que trata de desterrar a Dios ver a una monja con toca y a un cura con chapa. Y no lo digo yo, lo dice el Papa, así que... ¡¡¡CURA, PONTE LA CHAPA!!!

    Cano

    ResponderEliminar
  3. Al final te acostumbras a sentirte observado, y al final se acostumbran al alzacuellos. Ya pasa en la facultad, donde he dejado de ser un personaje exótico para ser un compañero de clase más y un alumno más (bueno aunque si que hay algo especial en eso de la gracia de estado quizás para unos una confiancia a priori, que para otros es una desconfianza a priori). Al final no es una cuestión de más "carca" o "progre" es una cuestión de fidelidad a la identidad. Y puede que quien opine que el alzacuellos es una señal de aleja, se deba preguntar quíen marca la distancia, si el azacuellos o quien lo mira con prejuicio. Para mi desde luego, el uniforme es comodísimo cada mañana cuando abro el armario.

    ResponderEliminar
  4. No hago de ello caballo de batalla ni juzgo pero prefiero y agradezco a los sacerdotes y monjas que vistan como tales porque es verdad que cuando los vemos nos recuerdan a Dios y a su Iglesia.
    Muchisimas gracias por ser sacerdotes , gracias por vestir como tales.

    Un fuerte abrazo a todos vosotros

    Maria M.

    ResponderEliminar
  5. Antonio José Egea López7 de marzo de 2012, 14:03

    A mí me sugiere este tema el siguiente planteamiento: si una persona se consagra al Señor y para esto hace un Voto, para luego seguir viviendo, vistiendo, y con las mismas comodidades que podamos tener cada uno en nuestras vidas y casas, ¿qué es esa Consagración al Señor que le hace seguir viviendo igual que antes de consagrarse? Creo que para seguir llevando ropa como cualquiera, los mismos pendientes (por hablar de las mujeres) y rezar la liturgia de las horas, para todo esto no es necesario consagrarse.
    El hábito sigue siendo necesario en el mundo actual, tanto por la pobreza como por la presencia en medio del mundo

    ResponderEliminar